miércoles, 20 de enero de 2010

Mi paseo.

Iba paso a paso, sin ninguna intención y sin objetivos. Hacía cuentas, me preocupaban los números, me sentí algo mareada, el dolor: insoportable; sentía que me desplomaría, que se me doblarían las rodillas debilmente y despertaría atónita sin saber qué pasó. De un momento a otro, sin saber cómo sucedió, comencé a pensar sobre mi muerte a la ligera, era humor negro o conmovedora a veces, pensé mil formas y otras mil circunstancias, desde una caída al suelo hasta la más maravillosa y heróica batalla por salvar mi palabra. Entonces pasó, algo retumbó en mis oídos y dos barreras invisibles me detuvieron, todo lo que estaba a mi alrededor cayó menos yo. No caí. No yacía muerta en el pavimento.

Así fue como empecé mi relato mental, y comencé a pensar para mí sin darme cuenta, hasta que descubrí que me estaba narrando historias y relataba cada paso de mi trayectoria. Permanecía en un estado neutro, en una seriedad impecable. Daba un paso más orientado a la derecha de vez en cuando y vi mis pies, dándome cuenta de todo lo que dejé atrás y lo que aun faltaba.

Empezó a ser el viaje más largo de mi vida, pero era como si quisiera permancer allí por siempre: en mis pensamientos. El sol brillaba con fuerza pero existía esa sombra y esa brisa reconfortante, un día bueno sin lugar a dudas. Recuerdo cómo planeaba escribir estas palabras desde que el primer pensamiento se cruzó por mi mente, el primer pensamiento del que me diera cuenta, claro.

En mi mente recorría todo tipo de temas, y era como pasar las hojas de un libro. Mi relato empezó a hacerse ridículo y fabricado por un tiempo, fue entonces cuando me dediqué a observar, a oler, a escuchar; así empecé a analizar cada objeto de mi alrededor y pensaba que yo estaba dentro de una coraza omnipotente, podía narrar lo que me propusiera sin conocimiento alguno, podía verme a mí misma como un objeto y pensar que podría ser una persona diferente cuando quisiera durante el camino. Sonreía a algúnos, a otros simplemente les dirigía una mirada pero a la mayoría les mostraba mi lado seco y frío e ignoraba su existencia como ellos la mia.

Era mucha palabrería enjaulada y todavía faltan muchas cosas que decir y las recuerdo pero esas ideas perderán sentido si no son narradas con exactitud...

Tal vez llegue el día del regreso.

1 comentario:

  1. creo que el relato nos lleva a un mundo interior enel que pocas veces reflexionamos, nos lleva a no saber distinguir la realidad interna y un exterior que aun desconocemos, y entonces nos preguntamos cual es la verdad del todo. Me parece interesante la manera de abordar el tema, pero me deja cn la espera del día del regreso, espero que no tarde demasiado. Gracias y felicidades

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